PRIORIDADES EDUCATIVAS EN EL PAÍS
Marco Antonio Figueroa Quinto
“Es muy diferente vivir de la educación, que vivir para y por la educación”
“Es muy diferente vivir de la educación, que vivir para y por la educación”
Históricamente la educación en México ha sido considerada por diversos actores políticos y sociales como la punta de lanza del desarrollo del país. Nada nuevo hasta aquí tenemos. Con base en el Artículo Tercero Constitucional hemos considerado a la educación como la prioridad para el desarrollo del país, cual se ha reflejado en la asignación de recursos y sobre todo en propósitos de mejorar no solo cuantitativamente, sino cualitativamente nuestro sistema educativo. Sin embargo, para que nuestro país llegue a ser lo que pretendemos no basta con firmar acuerdos entre el gobierno y líderes sindicales, lo mismo que se realizó antier en nuestra entidad, sucedió hace día en los Pinos. Aunque esto sea más pose que efectividad, sino leamos lo siguiente: “Los advenedizos que administran la educación pública en el país han decidido que los únicos culpables de lo que sucede en el espacio escolar son los maestros. Piensan que las grandes deficiencias pedagógicas que existen se resolverán sólo con más productividad, más vigilancia y un salario asociado a ambas variables. Quieren restablecer a como dé lugar una cadena de mando que ha escapado de sus manos. Al hacerlo, con el apoyo de Elba Esther, le han dado un escobazo al avispero. Multitud de maestros piensan que la Alianza para la Calidad Educativa los despoja de conquistas laborales básicas e impone, al margen de ellos, un sistema de evaluación que quita valor a lo que han estudiado, a lo que enseñan a su antigüedad (y al esmero que se pone cada día a laborar con los mínimos recursos, esto es un agregado nuestro). Establece políticas de estímulos con reglas inalcanzables. Refuerza, además, sistemas de vigilancia policiales sobre su desempeño académico. Saben que van a ser supervisados como si fueran obreros en una planta de ensamble o reos en una penitenciaría. Y están indignados”. Pero esto no para ahí, sino que prosiguen “Ahora los cursos de capacitación correrán por cuenta del maestro y serán impartidos por iniciativa privada ya que ella misma los certificará. (¡Que barbaridad! Otro agregado nuestro) Tendrán que ¡rendir cuentas¡ pero no a la sociedad, sino a esos corruptos vendepatrias y traidores de la educación. En esa alianza queda claro que no se construirá ninguna escuela más por parte del gobierno, sino solo las mejorarán. El equipamiento es un negocio, las cooperativas también, el dar computadoras a los maestros también” (Jornada del 22 de julio, Luis Hernández). Reiteramos, se necesitan cambios profundos en la manera de concebir la educación, sus contenidos, sus métodos y sus propósitos, en cuyo contexto se utilizarán los conocimientos, actitudes y habilidades que se desarrollen en la escuela, considerando que los alumnos son impredecibles, con una sensibilidad diferente a la de los escolares de hace pocas décadas, provenientes en proporción creciente de medios familiares que no pueden ofrecer el apoyo que recibían los alumnos de origen privilegiado, que antaño eran los únicos en llegar a la educación; con mayor conciencia de sus especificidades culturales; y en no pocos casos, con un creciente malestar en relación con las desigualdades de la sociedad mexicana y con la falta de oportunidades para su vida adulta. Debido a la naturaleza de los individuos que tienen que ver con la formación intelectual afectiva y ética de las personas, las políticas educativas, más que otras, deben basarse en un desarrollo explícito y sistemático de su fundamento en ciertas apreciaciones de la realidad y concepciones de los valores. No basta entonces con seguir manteniendo en puestos claves y estratégicos a personas que nada tienen que hacer en esos lugares, pues desconocen a niños y jóvenes usuarios del sistema educativo, y a los actuales docentes, creyendo que mejorar los servicios es aumentar el número de escuelas e instituciones educativas, cuando nuestra realidad observamos escuelas que ya existen y que se encuentran en condiciones precarias con instalaciones que no propician ni generan las condiciones necesarias para que el alumno aprenda y desarrolle plenamente su intelecto y habilidades. Por ello se exigen cambios profundos en la manera de concebir la educación, tales cambios no se pueden dar mientras la imagen del maestro no sea dignificada con un sueldo digno con posibilidades de crecimiento en forma armónica e igualdad de derechos. De igual forma con profesores que están ahí no solo para recibir un salario quincenal y que no tengan el interés por influir a sus alumnos para ser críticos, reflexivos y dignos. Ni alumnos que asisten a la escuela por obligación y no por convicción y en su mente está el trabajar pronto para ganar dinero, al observar a profesionistas en ocasiones hasta de la misma familia desempleados y trabajando incluso de choferes (que nada tiene de indigno, siempre y cuando estos no sean improvisados por la situación social imperante), o en la búsqueda del sueño americano y aunado a eso la desintegración familiar. Ya que los contenidos, métodos y propósitos que se enseñan son realizados en ocasiones por gente ajena a la educación y que en realidad no han indagado en la problemática de la educación, marginando en ello a los auténticos docentes, que pasarán desapercibidos por todos, a los que solo se les tomará en cuenta para buscar en ellos, los males que aquejan a la educación. ¡Ironías del destino! Hemos reiterado hasta el cansancio que los jóvenes de nuestro medio después de terminar la secundaria tienen dos opciones: ponerse a trabajar o estudiar el bachillerato o la preparatoria. De la primera observamos que primero buscan oportunidades en su medio, dándose cuenta que los empleos a los que pueden optar son prácticamente un paso a nuevas formas de esclavitud, jornadas largas, exigencias desproporcionadas y salario que no les resuelve sus mínimas necesidades, además que los pocos estudios efectuados no les dan ventajas sobre otros que casi analfabetas, laboran en lo mismo, pues para cargar, despachar alimentos, destazar animales, mostrar algunas prendas o pasar artículos por un lector óptico no se necesitan muchos estudios, ganando lo mismo que otros que no estudiaron, optando por irse al vecino país del norte donde harán quizá lo mismo, pero con mayores ventajas, pese que para optar a ello se arriesgue la vida. Lo otro es estudiar el bachillerato, donde hay muchas opciones y otra es estudiar y trabajar, cuando aprenden algún oficio o actividad en donde puedan ellos realizarlo en libertad, sin que tengan un patrón que los cosifique. Algunas encuestas para ver que pasa después de la secundaria, nos muestran que personas que tenían más de 15 años de edad eran cerca de 62.9 millones, de ellas 10.5 millones habían terminado la secundaria y de esos 10.5 millones sólo el 19% habían terminado el bachillerato; de ese 81% que no siguió estudiando el 50% dijo que por tener que trabajar, otro 25% dio razones diversas y el otro 25% dijo que porque no le interesaba lo que se ofrecía y aquí está una respuesta interesante, al adolescente no le interesa la forma de abordar los contenidos y creo que mucho menos le ve utilidad en la vida a los temas enseñados. Una falla de los contenidos, métodos y propósitos de los programas, respecto a los conocimientos, actitudes y habilidades que se desarrollan en la escuela, por ello muchos hemos considerado que como lo menciona el Plan Nacional de Educación 2001-2006 existen alumnos precoces, con sensibilidades diferentes, habilidades de igual forma muy diferente y desarrollada en diferentes formas debido a la multiculturalidad, esto se convierte en otra problemática y reto del Sistema Educativo Mexicano. Respecto a la multiculturalidad, se cree que la educación debe fortalecer el conocimiento y el cariño a la cultura a la que dependiendo el lugar al que pertenezcamos, nos permita tener equidad, lo cual para esto se deben crear planes y programas con alto índice de regionalización, con los cuales no solamente se fomente el respeto a la cultura de los pueblos, sino con una visión nacionalista que permita alcanzar la equidad de pensamiento tanto en las ciudades como en la provincia, esto sin dañar la identidad y el sentido de arraigo a su cultura, así mismo propiciar la convivencia respetuosa desarrollando una conciencia ciudadana preocupada por las injusticias, las desigualdades y la convivencia armónica entre las personas de las comunidades y las ciudades convirtiéndose esto en un “reto” del Sistema Educativo Nacional. El Plan Nacional de Educación señala en la página 47: “Es necesario hacer frente al reto de constituirnos en un país pluriétnico, multicultural y en un contexto democrático, en que no sólo respetemos sino valoremos nuestra diversidad, afirmando al mismo tiempo nuestra identidad como país, alcanzando consensos, entorno y una política lingüística que, a la vez que reconozca la realidad de una lengua común a todos valore y atienda las necesidades de comunicación propias de las diferentes culturas”. Otra problemática que se debe considerar y que a la vez se convierte en un reto es la actualización del docente, la cual la gran mayoría la ve con apatía, unos por ver la desorganización que impera en las instituciones oficiales, otra el desinterés por ver más de lo mismo y en tercera la absurda postura de la iniciativa privada que incursiona en educación, creyendo poseer la verdad absoluta sobre teorías, métodos, técnicas y procedimientos didácticos que desconocen en su funcionamiento y catalogando su servicio a precios estratosféricos ¡Un Absurdo! El problema y el reto a la vez consiste en llevar o hacer crecer la participación de los maestros con dichos cursos llamados de actualización o bien que se acerquen a leer los textos que se encuentran ahí, para lo cual creo que necesitan encontrar una estrategia que motive al maestro para que esto le interese, porque si de algo estamos seguros, que al maestro por la fuerza no lo llevarán a ningún lado. El Programa Nacional de Educación, en la página 58, menciona: que analiza algunos problemas de la educación mexicana, en función de sus tres grandes desafíos: cobertura con equidad, buena calidad y gestión del sistema. Respecto a la equidad comenta que uno de los factores de la problemática se encuentra en la educación preescolar: aunque su acceso se ha ampliado, el censo del 2006 indica que aproximadamente el 17% de la población de 5 años de edad no asisten al nivel preescolar y lo más preocupante es que los que quedan fuera son los más necesitados de educación para dar el siguiente paso exitosamente a la primaria. En primaria del 70% de niños indígenas que asisten a la primaria se quedan en el camino un 5.2%. En ese momento el rezago educativo comienza a producirse y es aquí donde comienza la problemática y el reto. Respecto a la calidad de la educación creo que aún no se cumple con las expectatividad deseada pese al programa de apoyo creado y llamado “Escuelas de Calidad”, subsana los rezagos de infraestructura de las escuelas, pero calidad pienso que no sólo es eso, sino calidad debe existir en los profesores, en los padres y alumnos y si le anexamos los problemas antes mencionados creo que el rezado en la educación de calidad va creciendo de manera alarmante. Gestión del Sistema Educativo. El Programa Nacional de Educación página 66 comenta que para alcanzar una cobertura de servicios similar a la de los países de la OCDE, nuestro país tendría que destinar el 8% del PIB al gasto educativo nacional cuestión que estamos lejos de alcanzar, ya que incluyendo los gastos que se destinan para atender problemas de adicciones y otros en estos rublos, apenas y se llegará al cierre de este año fiscal de 2008 al 4.2 % lo que demuestra otra parte de nuestro atraso. Responder a este reto exige planteamientos ambiciosos. En función de los valores de equidad y calidad se debe ofrecer proporcionalmente una educación formativa e integral fundamentada en las condiciones culturales de los ciudadanos. Las concepciones pedagógicas para que funcione el enfoque a la visión deben ser: Efectivas, para que el estudiante sea el centro de atención. Innovadoras, en las cuales el docente esté a la vanguardia y responda a las necesidades del alumno. Realizadoras, para formar personas con identidad propia y capaz de vivir armónicamente. Con respecto a la calidad la forma de evaluarla sería: Elevar los niveles de aprendizaje de los alumnos. Los docentes tengan un perfil idóneo y un fuerte compromiso con sus alumnos y la sociedad en general. Las escuelas tengan la infraestructura necesaria para ofrecer las condiciones propicias para el desempeño del docente y el aprendizaje del alumno. En fin, consideramos que lo que la Alianza Nacional de Educación debería replantearse, es tener equidad en la educación, así como proporcionar educación de calidad e impulsar la participación en la educación de todos los niveles estructurales del país como gobierno, empresas, sociedad en general, pienso que es un gran reto y hay quienes pudieran pensarlo imposible, pero si de algo estamos convencidos es que el empezar consigo mismo es tratar de hacer las cosas y sobre todo motivar e impulsar a nuestros educandos hacia una visión de cambio para impulsar el desarrollo del país es una buena forma de lograrlo. Algo que debe motivar a la reflexión es el ambiente enrarecido que se da respecto a las cuestiones de evaluación, pues los criterios que se utilizan muchas veces responden a cuestiones ajenas, creyendo en objetividad, en un proceso donde la subjetividad impera reiteradamente. Algo que debemos entender respecto a la problemática abordada, pues dos son las razones fundamentales por las que en México se vive la paradoja de, por un lado contar con información evaluativa de pertinencia y calidad, y por otro de que ésta no se use ni se conozca: La primera tiene que ver con el hecho de que la evaluación educativa se realiza desde la propia Secretaría de Educación Pública, que es quien define qué información da a conocer y cómo la proporciona. La Secretaría de Educación Pública es juez y parte en este proceso valorativo de la función educativa más importante, tan importante como la de asegurar que los alumnos puedan acceder a la escuela: lograr que los alumnos aprendan. En otros países ocurre igual, pero la información evaluativa sí circula. El hecho de que en México esto no haya ocurrido nos habla de la conveniencia de que la evaluación se realice fuera de la SEP, a través de una institución que se rija por su propia ley orgánica que le obligue a cumplir con ciertas condiciones (Pero por favor no pensemos en un engendro parecido a Ceneval), en nuestra entidad existe la Universidad Veracruzana con recursos de todo tipo para hacer un excelente papel.. La segunda sin duda hace referencia a la ausencia en el país de una cultura de la evaluación. En México se ha procedido con dos temores: el propio de ser evaluado (temor a las consecuencias en reputación, salario, carrera futura), y el de la reacción posible del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. En el caso de la evaluación, se juntan ambos temores, pues cuando se evalúan los aprendizajes, de alguna manera se está valorando el trabajo de los maestros. Puesto que éstos están temerosos de las consecuencias de ser evaluados, canalizan sus resistencias a través del órgano laboral que los representa, muchos por temor a sus deficiencias, pero otros a consignas que pudiesen existir –porque de que las hay, las hay-. Efectivamente, hay fundamentos para temer a la evaluación. Los esquemas evaluativos desprendidos de los sistemas en boga de aseguramiento de la calidad efectivamente repercuten sobre la reputación, los salarios con las posibilidades de carrera futura de diversos actores dentro del sistema educativo. Es el caso, para bien o para mal, del sistema de evaluación que los maestros han tenido la ocasión de conocer más de cerca: el programa de Carrera Magisterial. La inmensa mayoría de las pruebas utilizadas a nivel mundial para evaluar aprendizajes son pruebas construidas con referencia a norma. Se califican de acuerdo a la curva normal y establecen puntos de corte en función de la media y de la desviación estándar de la población. El comportamiento de la población es su propio referente. No obstante, aumenta la presencia del pruebas construidas con referencia a criterio, en las cuales los niveles de dominio y los niveles de dominio, o los puntos de corte se fijan, no en función del comportamiento de la población, sino en función de la forma como los especialistas en el área en cuestión definen el dominio de la misma en sus diferentes niveles de adquisición. En algunos países los sistemas de evaluación de aprendizaje se constituyeron con la finalidad principal de tomar decisiones sobre individuos – principalmente alumnos, pero también, en ocasiones, maestros. Típicamente, en estos sistemas se elaboran pruebas de opción múltiple, de carácter normativo, que se aplican censalmente al finalizar un determinado nivel educativo a partir del cual el alumno deberá encaminarse a uno u otro carril escolar (propedéutico o técnico, también típicamente), o bien al querer ingresar en un nivel educativo superior a fin de contar con mayores elementos en la selección de alumnos. Sus propósitos pueden ser de certificación o de selección. Es muy importante que en México se realice, se utilice y se difunda la evaluación educativa por las siguientes razones: Por lo bajos que resultan los resultados de aprendizaje en los diversos intentos que se han realizado en el país por medirlos, se debe de comprobar la validez de los exámenes efectuados. Por las evidencias que existen de la forma como se distribuye la calidad de la educación básica entre alumnos de regiones, clases sociales y grupos étnicos distintos, lo que daría la oportunidad de ser evaluados regionalmente por órganos confiables, aquí sería fiable nuestra propuesta sobre la Universidad Veracruzana. Si los resultados no se dan a conocer, estas graves realidades permanecen ocultas y no serán atendidas, por ello es necesario que este proceso tenga mayor apertura. Uno de ellos, por ejemplo, es el desarrollo de la función compensatoria, lo que equivale a darles mayor atención a quienes más necesitan ¿Obvio no? La orientación de la evaluación educativa en el país debe, desde nuestro punto de vista, estipular con claridad la explícita prohibición de utilizar la información para evidenciar o dañar escuelas individuales. Entonces, si la evaluación no se utilizará para tomar decisiones sobre individuos (ni maestros, ni alumnos, ni supervisores), y si tampoco puede utilizarse para evidenciar o dañar escuelas singulares, sino en todo caso para apoyarlas, las razones para temer la evaluación se desvanecen. Por el contrario, la evaluación se convierte en un elemento (desde luego no el único, pero uno muy importante) para mejorar la calidad de la educación en el país, y para asegurar que esta calidad sea cada vez más equitativa. La evaluación debemos considerarla todos como un aliado, y no como un feroz enemigo, del docente. Así lo consideramos los docentes con nuestros alumnos ¿Porque deberá ser diferente para con nosotros? ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com