Por Marco Antonio Figueroa Quinto
“La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea”. Alberto Moravia
Sin duda que no podría pasar desapercibido este día, por ello comparto estas reflexiones. Que difícil es poder decir que alguien es nuestro amigo, y mucho más poder conservar ese noble sentimiento hacia esa persona a través del tiempo o a la inversa; sin duda ese es un acercamiento a lo celestial, pues ser amigo o ser considerado como tal es un inusitado privilegio. Cualquier ser humano seguro que tiene grandes recuerdos en sus diversas y diferentes etapas de su existencia –niñez, pubertad, adolescencia, madurez y la edad de las sienes plateadas-, pero de seguro que sobre todas las cosas emerge ese sentimiento que la mayoría llamamos amistad, el que varía de acuerdo a la edad y situaciones que cada uno vive; así de controversial es nuestra existencia. Lo que se pensaba en algún momento sobre tal sentimiento poco a poco va cambiando, pero consolidándose por las acciones más que por las palabras, las que antes eran básicas para afianzar esos lazos. Los que respetamos tal sentimientos y agradecemos que alguien nos acepta así como somos, lo valoramos en demasía, y es porque tenemos la fortuna de ofrecer lo mismo, que es en si lo mejor de uno, por ello debemos combatir la desidia y negligencia con que algunos se refieren a esta actitud, combatir a la vez un poco por uno, por no cultivarla como se merece. Todos tenemos necesidad de respetarnos y al mismo tiempo de respetar a los demás con esta conducta excelsa, necesidad de ayudarnos a vivir en plenitud. La amistad es un hábito que tiene por objeto las acciones para con los demás bajo el signo de la gratuidad. Amar al amigo es algo que se hace simplemente porque es persona; dejando para otros su desconfianza, lo que se refugian en la sentencia “de que el perro es el mejor amigo del hombre” ¡Absurdo! La amistad la debemos descubrir más allá de su esencia, la que no debe de ser quizá reciproca (eso sería lo ideal), sino darla a quien consideremos digna de valorarla, sino es así, lo percibiremos por las acciones del amigo; que alimentaría o destruiría en uno tal sentimiento, porque persistir en hacer un amigo donde no hay terreno fértil es una locura ¡Aunque de eso está llena nuestra cotidianeidad! Toda amistad se funda en una comunicación de vida por eso tiene que haber una reciprocidad. Y ahí es donde va uno buscando y encontrando la plenitud. Lo que conviene primero y más propiamente al amor es el amar y no el ser amado. Lo importante en los amigos es que lo son en cuanto amantes, en cuanto a principio de amor, no en cuanto son amados. Esto no quita que el ser amado por otro sea inductor para que uno corresponda al amor que se nos da. Dice muy bien el dicho que amor con amor se paga. También sabemos que el encuentro con el otro también es camino hacia Dios, y en el amor nos vamos asemejando a Él. Amar como Él es siempre darse, salir de uno, tomar la iniciativa del amor, amar primero. Creo que si somos capaces de responsabilizarnos en el amor es ahí donde radica nuestra plenitud. El amor va a ser el que nos impulse a entrar en nosotros, a salir de nosotros para encontrarnos con el otro, a construir vínculos amistosos fuertes, sanos y libres. Esperemos humildemente que todo lo tratado en estas líneas aclare algunas cuestiones que, como expresamos muchas veces, son cuestiones que a todos nos tocan de cerca. Por lo menos nos debe servir para ponerle nombre a nuestros sentimientos, tener claridad en ellos y movernos en este campo con la mayor libertad posible. Creer que la madurez humana y afectiva es lo que hace que seamos personas equilibradas en nuestras relaciones. Este es el comienzo de un camino que es costoso; porque siempre tenemos una tendencia al desorden y nunca nos interesa dilucidar tales cuestiones, estando ocupados en otros menesteres personales, que son prioritarios. Pero tener estas cuestiones sobre la amistad de forma clara en la cabeza ayuda a estar "alerta" en la manera en que nos relacionamos y amamos fortaleciéndonos y templándonos. Pensar en esto y tratar de crecer y madurar en el amor debe de convertirse en algo fundamental. Tener amigos con quien compartir la vida es un regalo precioso que debemos cultivar y cuidar. Si la amistad desapareciera de la vida, sería lo mismo que si se apagara el sol, porque nada mejor ni más deleitoso hemos recibido de los dioses inmortales. La amistad es un don, algo que debemos a nuestra misma naturaleza, es algo sublime, que después de haber compartido quizá mucho al respecto, sentimos que se queda uno corto en adjetivos, porque todavía no se inventa la palabra adecuada, para definirla ¡ya que la verdadera amistad es la amistad verdadera! Un abrazo a mis amigos ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com
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