LA ENVIDIA
Marco Antonio Figueroa Quinto


“La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual”. Miguel de Unamuno La envidia es una sensación que afecta más a los frustrados que a quienes son envidiados por su belleza, inteligencia, triunfo profesional, fama o fortuna, es algo desagradable que ocasiona conductas desagradables para los demás. Tradicionalmente ha sido considerada uno de los siete pecados capitales, es un sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo poseído por otro. La base de la envidia es el afán de poseer y no el deseo de privar de algo al otro, aunque si el objeto en cuestión es el único disponible la privación del otro es una consecuencia necesaria. Se asocia la envidia al color verde o amarillo y existe incluso la frase hecha "verde de envidia" o "amarillo de envidia", sin embargo, nunca concebiremos cómo el ser humano puede gozar con la desgracia ajena y molestarse con la felicidad del prójimo. La envidia empieza a surgir en los primeros años de vida, cuando el niño empieza a relacionarse con el grupo familiar y social , si el niño se siente amenazado en su terreno y en lo que mas quiere tiene un sentimiento de vacío, deseara a toda costa conseguir todo lo que no posee o cree que no puede poseer, esto se manifiesta con pataletas, rabietas, es necesario calmar esos disgustos con explicaciones lógicas y enseñándole a dar, para que con ello vaya aprendiendo a tolerar sus frustraciones y controlar las conductas impulsivas, así pues de esta forma aprenderá a respetar las diferencias y valorar sus propias cualidades, es decir en definitiva empezará a madurar. Si al niño que ha pasado por episodios de envidia constante, nadie de su entorno le ha calmando esta ansiedad, crecerá con sentimientos de frustración y de vacío y será un adulto envidioso contaminado por el rencor a los éxitos ajenos, incluso de su propia pareja y amistades, llegando su vida a ser un verdadero tormento. Aunque es un sentimiento bastante común, el no poder llegar a dominarla puede ser altamente autodestructivo para quien la tiene.
En el arte, la cultura, la política, la docencia y, por supuesto, en el periodismo, abundan quienes conspiran a espaldas de quienes ejercen la misma profesión. La envidia es ese mecanismo psicológico que no permite que nadie tenga ni sea mejor que uno. “¿Por qué él y no yo?”, se pregunta el envidioso que no acepta el triunfo ajeno, sobre todo, cuando sabe que la persona envidiada es alguien que un día no tuvo nada y que otro día llega a tener todo, como ocurre en el cuento de “La Cenicienta” o “El patito feo” . No hay nada más envidiable en la vida que la suerte de quien posee el juguete que uno mismo quisiera tener. De modo que en esta competencia abierta, en la que uno ambiciona ser y tener lo que es y tiene el otro, es casi natural que el envidioso busque por todos los medios la caída de su rival, impulsado por esa creencia innata de que nadie es tan capaz y perfecto como uno mismo. En la envidia todo vale: la ley de la selva y el sálvese quien pueda. La envidia es tan antigua como el hombre y uno de los defectos capitales que aqueja a la humanidad, sobre todo, cuando ésta se torna en destructiva. Para unos, la envidia forma parte de los instintos naturales, exactamente como el amor, los celos o la agresividad; en cambio para otros, la envidia es un fenómeno adquirido en el contexto social, que empuja cada vez más a envidiar a quien es más o tiene más. La envidia, por lo tanto, viene a ser la cara oculta de la competitividad y constituye uno de los móviles que, desde la horda primitiva, indujo a los hombres a disputarse el prestigio y el poder, motivados por la idea de “triunfar a cualquier precio” en el seno de una colectividad donde nadie está conforme con ser menos que el otro.

Envidioso, es un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta, el envidioso es un ser detestable y peligroso, que busca desprestigiar a su rival para consumar su propia ambición, el envidioso se disfraza casi siempre de amigo, como el lobo de oveja, para causar un daño en el momento menos esperado, pues es un ser astuto que, aun siendo un pobre diablo, se ufana de tener más sapiencia y experiencia. De ahí que cuando se aparece un envidioso, lo mejor es avanzar con los oídos tapados y los ojos bien abiertos, para no escuchar los falsos cantos de sirena ni caer en las trampas que va dejando a cada paso, El envidioso está acostumbrado a meter cizaña entre los amigos y parientes, con el propósito de lograr sus objetivos a base de engatusar y confabular mentiras. Es un ser peligroso que puede convertir una cofradía en un nido de ratas y serpientes. ¡Ojo!, el envidioso se disfraza casi siempre de amigo, como el lobo de oveja, para causar un daño en el momento menos esperado, pues es un ser astuto que, aun siendo un pobre diablo, se ufana de tener más sapiencia y experiencia. ¡Pobre!

La envidia no perdona a quien se trepa a la cúspide de la pirámide o levanta un vuelo por encima del resto. La envidia es un arma poderosa que puede herir o agredir; esto enseña la fábula sobre “El sapo y la luciérnaga”, que dice más o menos así: Cierta noche, una luciérnaga revoloteaba en el huerto, donde el sapo envidioso le lanzó un escupitajo venenoso. La luciérnaga cayó malherida, pero antes de morir, se dirigió al sapo y le preguntó: “¿Por qué me escupes?”. “Porque brillas”, le contestó el sapo, por ello cuidémonos de los sapos, o mas bien, no seamos sapos, fácil nos detectarán. Con todo, a cualquiera que tenga dos dedos de frente, no le será difícil diferenciar entre el envidioso y el que es envidiado, en virtud de que una cosa es el oro del falso brillo de la pirita y otra muy distinta el brillo del metal noble que resiste a las pruebas del fuego. Debemos saber diferenciar la admiración con la envidia a determinadas personas, no significa tenerles envidia, es saber valorarlas y valorarse, pero si se sufre la mirada y las palabras de una persona envidiosa tratemos de pasarlas por alto, no seremos nunca responsables de su sentimiento, mejor intentemos descubrir la envidia a tiempo, con ello nos evitaremos muchísimos problemas, no desarrollemos confianza con las personas envidiosas, ya que nunca cambiarán, su mal no tiene remedio. ¿O sí? ¡Estamos!


alodi_13@hotmail.com




PROCLAMA VERACRUZANA POR
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN



Marco Antonio Figueroa Quinto


Lo que es digno de hacerse, es digno de que se haga bien


La historia de nuestro país se ha caracterizado en diversas ocasiones por los terribles atentados en contra de las libertades de prensa y expresión, así contra el derecho a la información, lo que se traduce en amenazas, atropellos y represiones no solo a medios de comunicación, sino a elementos que día a día buscan la noticia, la información y el suceso que mantendrá a la población debidamente informada, y en ese ejercicio decenas de periodistas han perdido la vida, lo que no debe suceder jamás. Se considera a México la segunda nación donde ejercer el oficio del periodismo es una de las profesiones más riesgosas, solo rebasada en peligrosidad por Irán, país que enfrenta desigual lucha contra la primer potencia del mundo y que defendiendo heroicamente su territorio, pone en riesgo la vida de muchos seres inocentes, justificando dichas muertes en base a la heroicidad de sus hombres y mujeres que desean un país libre. Conflicto que no sucede en nuestro suelo patrio, pero que es suplido por la terrible acción de malos mexicanos, que en su insana ambición, nos conducen al caos, desconfianza y confusión, lo que no estaremos nunca dispuestos a soportar, y, los primeros que debemos dar la cara ante nuestros enemigos, somos los auténtico periodistas y no los acrídidos, que reciben oscuros beneficios, dejando de ser comunicadores para convertirse en simples publicistas oficiales.


La amenaza más grave hoy, en contra de la libertad de expresión en México, proviene de la delincuencia organizada y las estructuras políticas que son sus cómplices, sin que las autoridades hayan sido eficaces para contrarrestar la amenaza que se ha extendido de norte a sur en nuestro territorio nacional. Los asesinatos e intimidaciones de poderes públicos y fácticos en diversas zonas del país desafían hoy toda noción de autoridad, logrando el control a través de la amenaza, los golpes, los ataques a instalaciones y el crimen, provocando que cada día más medios de comunicación adopten la autocensura como una forma legítima de preservar la seguridad. Estos hechos significan un gravísimo atentado en contra de la sociedad, que se ve lesionada en su derecho a estar informada. Por si fuera poco, en diversos estados persiste aún el control sobre medios de información y comunicadores, lo cual frena los avances democráticos, así como la intimidación a los que denuncian abusos y corruptelas al amparo del poder, como sucede en esta entidad, donde hay muertes sin resolver, agresiones sin aclarar y amenazas sin castigar.


Si bien es cierto que en el sexenio del presidente Vicente Fox aumentaron en un 60 por ciento las agresiones a periodistas, datos registradas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) con respecto a la administración de su antecesor, Ernesto Zedillo, esto continua con el actual régimen calderonista, lo anterior indica que en la actualidad hay una mayor libertad de expresión, pero también existe un mayor riesgo de agresiones para los comunicadores y un menor esclarecimiento de dichos actos delictivos, lo que no debe suceder. Estadísticas de la CNDH, del primero de noviembre de 2000 al 30 de mayo de 2007 se han presentado 276 quejas de agresiones a periodistas, mientras que en el sexenio anterior se registraron 157; en 2004 se registraron cinco asesinatos de comunicadores, en 2005, cuatro, en 2006, tres, y en lo que va este 2007 se incrementó además de la desaparición de algunos periodistas, en Sonora, Veracruz, Coahuila y otros estados.
En actos sin precedentes la aberrante normatividad condenada inclusive por organismos internacionales los Derechos Humanos, que pretenden ser soslayados por regímenes que han equivocado el rumbo y extraviado el camino. Por eso hoy: El México revolucionario e independiente; el hermano mayor de Latinoamérica ocupa el nada honroso primer lugar en el mundo por lo que toca a cifras de asesinatos a periodistas: 27 crímenes arteros; cuatro compañeros desaparecidos y decenas de agresiones de todo tipo marcan a la administración en lo que va de los presentes gobiernos panistas.
Entre toda confusión y amenaza a la libertad de expresión destacan los cobardes asesinatos de periodistas veracruzanos, guerrerenses, sinaloenses y muchos otros, del que no se esclarecen dichas muertes, ni se haya culpables.


Así como miles periodistas del país, reiteramos y hacemos un llamado urgente al presidente Felipe Calderón Hinojosa, al Congreso de la Unión, congresos estatales, poder judicial, gobernadores (específicamente al de nuestra entidad, Lic. Fidel Herrera Beltrán), a los presidentes municipales y demás autoridades para que, en el ámbito de su autoridad tomen las acciones necesarias. Garanticen el ejercicio pleno a la libertad de expresión y castiguen crímenes, agresiones e intimidaciones contra periodistas para que no sea la impunidad la que aliente nuevos hechos violentos, se investiguen causas de diversos asesinatos a periodistas, las que se conduzcan de manera profesional e imparcial y con rigor se de a conocer si las causas están vinculadas a su trabajo periodístico. Nos oponemos terminantemente a que la publicidad gubernamental siga siendo utilizada por los funcionarios públicos de manera discrecional para castigar a los medios de comunicación que no son afines a sus políticas o callados cómplices de sus desmanes. Así mismo condenamos como violatorias de la libertad de expresión, las leyes que endurecen las sanciones por estos delitos y que son utilizadas como forma de coacción, intimidación y represión. De igual manera demandamos se acaten las leyes que protegen el secreto profesional del periodista y cesen los requerimientos judiciales para que los periodistas revelen sus fuentes, lo cual pone en riesgo la vida no sólo de los comunicadores sino también de sus fuentes de información. Exhortamos a los gobiernos estatales a que adopten los criterios mínimos de acceso a la información para que no quede al arbitrio de grupos de poder qué información es pública y cuál no. De igual manera exigimos respeto a la dignidad profesional de los periodistas y salarios acordes, que no impliquen trabajos ajenos a la labor periodística, como por ejemplo la venta de publicidad y la obligación de escribir noticias que sean ajenas a la realidad, en detrimento del interés público. Pedimos que los Congreso federal y estatales reconozcan la cláusula de conciencia, que en la práctica es un respeto a los derechos humanos de los periodistas


Los periodistas mexicanos reconocemos que la corrupción que ha asolado al país por décadas se encuentra también en el medio periodístico y que sería incongruente demandar castigo a las agresiones contra periodistas sin aceptar el mismo rigor contra los periodistas que violen la ley, por ello recibimos con beneplácito el golpe dado a la inmoralidad, la que ha sido frenada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en un fallo que la reivindica de cara a la nación, que por unanimidad declaró inconstitucionales los artículos 28 y 28-A de la llamada ley Televisa, oficialmente Ley Federal de Radio y Televisión, por medio de los cuales la pasada legislatura pretendía regalar -u otorgar a cambio de favores aún no revelados- concesiones de telecomunicaciones a los grandes consorcios televisivos y radiales, marginar a empresas medianas y pequeñas y a entidades públicas, sociales, culturales y educativas, y transferir a manos privadas cuantiosos recursos públicos. Asimismo, el máximo tribunal del país rechazó el artículo 17-G de la también denominada "ley de medios", en el que se estipulaba el otorgamiento de concesiones por subasta pública y que, de haber entrado en vigor, habría condicionado el derecho universal a la libertad de expresión al pequeño grupo de magnates que cuenta con los recursos suficientes para concentrar en sus manos la totalidad de las señales que fueran rematadas al mejor postor. Por ello reprobamos conductas de periodistas y pseudos periodistas que, abusando de su posición, obtienen beneficios ilegítimos y actúan de manera dolosa en el manejo de la información aun cuando no existan leyes que sancionen esas conductas deben de ser señaladas y rechazadas. Recordemos que la Libertad de Expresión no es una concesión, ni una meta, sino un camino que diariamente tenemos que ir trazando con la convicción de un mundo mejor. ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com