SUICIDIOS JUVENILES, VERGÜENZA SOCIAL

Marco Antonio Figueroa Quinto


Últimamente nos enteramos de las distintas muertes que se suscitan entre los jóvenes de esta ciudad capital, suicidios que están a la orden del día y parecen no tener fin, muertes de lo mejor que una sociedad puede tener, donde se cifran las esperanzas de continuidad y mejoramiento de tradiciones, costumbres, sucesos y en si, la cultura en general de un pueblo o civilización. Cuando un joven muere esta muriendo parte de cada uno de los que conformamos esta sociedad y el dolor que esto cause no solo debe ser un llanto aislado, sino un permanente reclamo entre los miembros adultos de una sociedad: Unos con nuestra indiferencia, otros con su maldad en atesorar lo mejor de esta para familiares y subalternos y la mayoría; cómplices silenciosos que callados y en forma lambiscona se someten a los designios de estos entes poderosos, que con sus políticas y estrategias originan motivos, los que encaminan a la muerte más inútil y dolorosa que alguien pueda percibir: El suicidio.

De las principales causas de suicidio entre los jóvenes de nuestro entorno incluyen factores tales como pobreza extrema, hambre, desempleo, maltratos psicológico o físico, abuso sexual, exigencia escolar mezclada con dificultad de aprendizaje y disputas en el núcleo familiar. Asimismo la indiferencia e ignorancia de muchos padres en involucrarse seriamente en los problemas que les aquejan que aunado a la inexactitud en los datos estadísticos se atribuye a que la mayoría de los suicidios acaban por definirse como accidentes; sobre todo, cuando el acto es cometido por un niño o adolescente, pues el suicidio es un hecho difícil de aceptar por las familias, y por ello también difícil de certificar por los médicos forenses y ministerios públicos. La intención de la mayoría de los jóvenes suicidas parece ser cambiar los comportamientos y actitudes de otros, y no el acabar con sus propias vidas; sin embargo, no siempre se llega a tiempo para el rescate, a este respecto debemos hacer un alto en nuestras vertiginosas existencias y darnos cuenta del gran daño que les estamos haciendo a la mayoría de nuestras nuevas generaciones, las que viven en una sociedad de intensa competencia y la mayoría de ellos sin las herramientas suficientes para enfrentarla, y como siempre, fácil para los hijos de “papi”, los que seguirán por siempre disfrutando de los beneficios de esta sociedad deshumanizada, que solo ve por los aduladores e incondicionales del sistema vigente o los inconformes sistemáticos; que se conforman con ínsulas de poder, y, de esa manera introducir a sus hijos al viciado sistema que vivimos. ¡Así es nuestra vida, lamentablemente! Pero volviendo a la referida pandemia, esta asentado por los especialistas que cuando una persona repite la idea de quitarse la vida, cada intento aumenta el peligro de consumar el suicidio, al utilizar métodos cada vez más letales. Los individuos crónicamente suicidas continuarán intentándolo hasta que finalmente se quiten la vida, están obsesionados con el suicidio y a menudo se resisten a pedir ayuda. Por añadidura, se afirma que el desencadenante más frecuente entre los jóvenes suicidas es la depresión, relacionada con el fracaso en la relación amorosa. De sicólogos a siquiatras, de religiosos a filósofos, ni siquiera hay concordancia en la definición del concepto de suicidio; sin embargo, científicamente se sabe que es una situación patológica que acompaña a diversas enfermedades como la depresión, la conducta autodestructiva, el trastorno bipolar, y el esquizofrénico. Aunado a esto último, algunos estudios precisan que existe otro factor poco conocido entre la población referente al factor biológico. Debido a una lesión en el sistema nervioso, o complicaciones de enfermedades al nacimiento, pueden surgir trastornos en el déficit de atención e hiperactividad, problemas de angustia y descontrol de los impulsos, estos últimos causantes de intentos suicidas, aseguran. La inseguridad social, la desintegración familiar, y una escasa preparación para el trabajo son algunas de las causas sociales que aunadas a la permanente crisis existencial de la juventud, pueden precipitar el número de suicidios. Por lo tanto, el índice de niños y jóvenes con tendencias suicidas aumentará mientras no se atiendan los problemas de conducta a temprana edad o no hagamos todos un lugar digno de vivir todos sin menospreciar a los demás. Suena a utopía, pero si cambiamos todos es posible, los ambiciosos y avaros reduciendo ganancias, los políticos dejando el nepotismo e influyentismo, los profesionales cumpliendo con su ética labor, los trabajadores cumpliendo con sus cometidos y así cada uno de los miembros de esta enfermedad haciendo lo posible por mejorar terrible destino para estos noveles. No debemos olvidar que muchos medios de comunicación masiva han contribuido a distorsionar las mentes de nuestras progenies, por ello es recomendable un adecuado estudio psicológico, de salud y sociológico en los niños que asisten a las escuelas públicas principalmente (ya que los usuarios de la enseñanza privada debe contar con ello), sería determinante para saber su posible comportamiento en los procesos de crecimiento. Una atención adecuada y a tiempo sería fundamental para evitar la formación de delincuentes (es una evasión social de diferente magnitud) o suicidas en potencia, lo que no debemos permitirnos más.


Los que amamos y luchamos constantemente por la vida, aunque en muchas ocasiones se nos presente en situaciones desventajosas, pugnaremos siempre por manifestar nuestro dolor por lo inútil que representa el suicidio, pues mientras haya vida hay esperanza y la muerte lo aniquila todo. ¡Jóvenes, no le demos gusto a enemigos del progreso y la libertad, sus vidas valen más que las de nuestros opresores! ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com