EL MURO QUE TENEMOS EN LOS OJOS
Marco Antonio Figueroa Quinto


La emigración hacia el vecino paìs del norte no es nada nuevo, desde hace muchos ayeres las condiciones en nuestro paìs son desventajosas para la mayoría de sus pobladores, donde una serie de individuos deshonestos, parias y desvergonzados se apropiaron de postulados, esfuerzos , sacrificios, ideales y sangre de muchos patriotas, para gozar de privilegios y prebendas que a todos nos corresponden. Mafias encubiertas por leyes –hechas a modo- que les permiten poseer cuantiosas riquezas, mientras que los màs, nos debatimos en la miseria màs vergonzante. Y no es por cuestiones de falta de cualidades, esfuerzo, trabajo o disposición de cambiar para mejorar, sino que la putrefacción que representa los malos ejemplos de corrupción, nepotismo, influyentismo, avaricia y perversión todo lo contaminan. Loable el esfuerzo de pensadores que consideran que todos hemos fallado, y sin hacer referencia a la falta de valor de las mayorías para mandar a toda esta caterva de parias al planeta enano llamado Plutón, consideran que muchos de los errores se deben a malos hábitos y costumbres ancestrales que nos retratan tal como somos: impuntuales, con poca disposición para trabajar en equipo, resistentes al cambio, desidiosos, desordenados, inconsistentes, irresponsables, deshonestos, mal educados, sin iniciativas, irrespetuosos, egoístas, sin inventiva, dispendiosos, conformistas, sin responsabilidad social , depredadores del medio ambiente y sin comprometernos con los mejores ideales que dignifiquen al paìs, conductas que con sus honrosas excepciones (Ahí si, tendría que pedirle apoyo a Diógenes para encontrarlos)son recurrentes en nuestro medio. Otros consideran y pregonan que la mejor política migratoria es generar empleo en nuestra tierra, arraigar a los campesinos con una política agropecuaria, forestal acertada, apoyando al campo sin ambages, denunciando y enmendando el TLCAN justamente en lo que nos ha afectado; asimismo, realizar obras de infraestructura que ocupen fuerza de trabajo masiva y fomentar una política industrial donde la pequeña y mediana industria favorezca la mano de obra intensiva. La poca importancia del muro quedará demostrada con el ejercicio de dignidad que hagamos cuando no haya a quien detener y eso lo conseguiremos mediante inversión para el crecimiento con empleo, distribución equitativa de las rentas y de la riqueza social. Entretanto, protejamos comercialmente nuestro mercado interior y levantemos un muro a las importaciones conspicuas y dilapidadoras que propicia el TLCAN. Vastos recursos en la tierra ociosa del horizonte productivo de México, se desaprovechan. Ellos no quieren más gente que la que conviene a su economía. ¿Qué harían sin nosotros? Que nuestros diplomáticos aprovechen la vulnerabilidad de George Busch, le quedan dos años y esperemos los demócratas ganen el Congreso de aquel país. A modo de negociar con mayor eficiencia y eficacia la interdependencia con el vecino del norte. No obstante lo anterior, siempre queda la interrogante ¿cómo vamos a responder a las agresiones del poder del “Tío Sam” si los mexicanos seguimos divididos? Unidos los de aquí con los millones que habitan allá –no demos al muro la importancia que no debe tener, detengamos la migración con medidas de fondo.

Ante lo anterior me uno a los que consideran que de una vez por todas nos demos el valor que tenemos, cada mexicano potencialmente puede aportar ideas para solucionar la problemática que se nos presenta, no buscando fuera lo que dentro tenemos y mejor. No esperar contribuir a la grandeza de nuestra nación esperando algo a cambio, ya que la satisfacción esta en el deber cumplido. Evitemos juzgar antes de tiempo a nuestros connacionales en cualquier actividad, es necesario recuperar el crédito personal, profesional y moral que cada uno tiene, no solo por su apariencia, apellido, descendencia, edad o cualquier otro distintivo, ya que cada mexicano bien nacido, lo seguirá siendo con el apoyo de los demás, de igual manera reconocer que tendremos obstáculos en nuestro camino personal y social, pero cada uno de ellos representa una oportunidad para mejorar las condiciones existentes, no pensar asì es creer, que se vive en un mundo de quietitud y estancamiento. Y por último dar todo, lo mejor de uno por este paìs, nuestro Mèxico, solo asì evitaremos lo que durantes decenas de años hemos estado sufriendo: familias deshechas por la emigración; hijos con sus padres en el vecino paìs del norte, madres atendiendo a sus hijos, con la lejanía del padre e hijos trabajando en campos norteamericanos para que los demás miembros de su familia puedan subsistir en nuestro paìs. En realidad el referido muro que estén construyendo nuestros vecinos del norte no afectaría, sino destruimos el muro que tenemos en los ojos, el que no nos deja ver la realidad de nuestro paìs, lleno de gobernantes desclasados, funcionarios deshonestos, comerciantes voraces, profesionales convenencieros, políticos apatridas y demás mexicanos, que vemos la realidad de una manera egoísta y tonta, sin saber que seguimos cavando fea tumba para los proyectos e ideales de nuestras nuevas generaciones, que sin duda repetirán nuestros errores. Es tiempo de evolucionar, recordando que el cambio es lo único permanente. ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com