TEMOR A SER UNO MISMO
Marco Antonio Figueroa Quinto



No cabe duda que el principal temor que el ser humano enfrenta no es la muerte, sino que es la vida, el vivir en plenitud nos enfrenta a ancestrales temores, los que probablemente esten genéticamente arraigados al origen de nuestra especie, que a través de la evolución se alojan en el subconsciente una serie de datos que nos hacen actuar como tal, desconociendo muchas veces los comportamientos, actitudes y sentimientos que escapan a la razón y el entendimiento. Si por un momento descansaran nuestros temores solo a lo desconocido, sería una vida insulsa y plana, el mérito de nuestra existencia estriba en tener la capacidad de vencer los temores que ocasionalmente enfrentamos, cuestión que no es fácil de entender, explicar y comprender, por ello comparto algunas reflexiones que hombres de diferentes épocas y tiempos nos han legado y nos motivan a vencer la impotencia de nuestros temores, veamos entonces parte de éstas, las que sin duda nos motivarán a encontrar el punto de partida para el cambio, ese cambio personal tan anunciado pero que no lo efectuamos, veamos a continuación: Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mi mismo, en verdad la soledad nos ayuda a encontrar esa fuerza que la convivencia con otros nos hace dudar. Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso si no lo intento, recordemos esas premisas de no poder efectuar las cosas por tres motivos; no saber, no poder, no querer, esto último es la llave y solución a estos problemas. Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta de que de todos modos opinarían de mí, muchos por ello no realizan nada, se la pasan criticando al que algo esta haciendo, y ahí esta el error, no al fracasar, sino el no intentar. Temía que me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mi mismo. Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer. Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras. Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo. Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia. Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mi mismo. Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día. Temía al pasado, hasta que comprendí que no podía herirme más. Temía a la oscuridad, hasta que vi. la belleza de la luz de una estrella. Temía al cambio, hasta que vi que aún, la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar. Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.


En definitiva los temores son los que nos impiden avanzar, creyendo que son las señales alrededor nuestro los que nos dicen cuando y donde, sabemos que convivimos en esta jungla humana con diversos individuos, a los que debemos respetar , valorar y admirar en su exacta dimensión, todos y cada uno de ellos son semejantes pero a la vez diferentes. Están los que usan siempre la misma ropa, están los que llevan amuletos, los que hacen promesas, los que imploran mirando al cielo, los que creen en supersticiones. Y están los que siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas. Los que siguen jugando cuando se les acaba el aire. Los que siguen luchando cuando todo parece perdido, como si cada vez fuera la última vez. Convencidos de que la vida misma es un desafío. Sufren. Pero no se quejan. Porque saben que el dolor pasa. El sudor se seca. El cansancio termina. Pero hay algo que nunca desaparecerá: La satisfacción de haberlo logrado. En sus cuerpos hay la misma cantidad de músculos. En sus venas corre la misma sangre. Lo que los hace diferentes es su espíritu. No te preocupes por el que te dirán mejor preocúpate de lo que tu opinas. No te preocupes de todo y por todo cada problema trae su solución. No te preocupes por el mañana, mejor ocúpate del presente. No te preocupes, camina y sigue siempre adelante, creando, amando y haciendo. Lo que paso, paso; y lo que será, será y eso nadie puede cambiarlo. Hay que vivir cada día con fe y optimismo y veras que todo saldrá mejor y como uno no sabe cuando es que no toca la muerte, hay que planear la vida como si fuese uno eterno pero vivir cada día como si fuese el último. La determinación de alcanzar la cima, una cima a la que no se llega superando a los demás sino superándose a uno mismo es lo que debemos hacer, esa es la enseñanza que debemos rescatar, pues ello nos conducirá irremediablemente al sitio que hemos estado buscando. ¿O no? ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com