¿PROFESIONAL ÉTICO O PROFESIONAL POLÍTICO? ¡ESA ES LA  CUESTIÓN!

-PRIMERA PARTE-

Por Marco Antonio Figueroa Quinto

* Tremenda dicotomía que se suscita por las elecciones en la Sección 32 del SNTE
* Se culpa a buenos docentes de los malos dirigentes electos, con análisis falaces
* Lo acordado por las mayorías no es lo mejor, pero así es nuestra idiosincrasia

Sin duda que en la mente y el corazón de cada individuo existe la imagen mítica y casi sagrada de un hombre o mujer –que no sean nuestros padres- que haya influido en su vida de manera determinante, cuestiones que por lo regular se refieren a cierto tipo de profesionales, que tiene que ver con la potencialidad de cada uno, por lo regular se recordará a un buen médico que haya contribuido a mejorar salud o salvar vida, o a una persona que haya sabido encausarnos por los senderos positivos del éxito, esto último se refiere a la excelente labor de un o una docente. De igual manera un profesional con vocación de servicio, puede sentirse satisfecho con su importante labor, labor que dignifica profesional y ética la conservación de valores y el mejoramiento de la sociedad; actividad que con nada es comparable, inclusive con el tentador espejismo del poder, poder que se obtiene por lo regular de manera desleal, indigna y vergonzante, impuesto en la mayoría de las veces (respondiendo por lo regular a los intereses de quienes se debe uno de cuidar ¿Qué contraste?) el que nunca será un poder absoluto, pues siempre tendrá que responder a la camarilla o grupo que lo encumbro, pese a la oposición que todo individuo de esta catadura tiene por convertirse en un tirano o monarca absoluto, lo que en algunas ocasiones lo logra ¿O no, mis estimados líderes morales? Al conversar hace unos días con mi amigo el doctor Mario Aguilar Sierra (Premio estatal al mérito médico), respecto a la tendencia actual que muchos médicos y docentes buscan por y en la política alcanzar satisfacciones y satisfactores, dejando a un lado lo noble de su labor; surgió seria reflexión al respecto, lamentando que si fuesen médicos o docentes capaces, es de lamentar, pues de esos necesita nuestra población, pero si son profesionistas negligentes, nefastos y malévolos, coincidimos pues, que es bueno que dieran ese paso –como la mayoría lo da- para no dañar con su mediocridad su apostólica labor. Es cierto,  la docencia es una actividad que tiene todas las características por las que se define una profesión, en principio presta un servicio imprescindible a la sociedad,  llevada a cabo por un conjunto de personas (los profesionales) que se dedican a ella de forma estable y obtienen de ella su medio de vida; éstos, acceden a la docencia tras un largo proceso de capacitación, requisito indispensable para estar acreditados para ejercerla -aunque los gobiernos y gobernantes han introducido en ella a incondicionales que nada tienen que hacer en esta-; al final capacitados e improvisados, forman un colectivo más o menos organizado (el cuerpo docente o el colegio profesional) que tiene o pretende obtener el control monopolístico sobre el ejercicio de su profesión. Al generalizarse la enseñanza obligatoria y abrirse los otros niveles a amplias capas de la población, está creciendo el número de maestros y profesores. Por eso mismo, no está de más recordar que la profesión docente no siempre ha existido ni siempre ha presentado los perfiles de su configuración actual. Nace en un determinado tipo de sociedad y está en función de esa sociedad. A cada tipo de sociedad corresponde una forma de concebir el saber. Al cambio en la concepción del saber corresponde un cambio en la concepción de la docencia y en el perfil de los responsables de impartirla; y los cambios en las configuraciones del tipo de profesor son correlativos e interdependientes de los cambios en el perfil de los aprendices, alumnos o estudiantes. La educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social, ciertamente entre otras pero más que otras, al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc. Cuando no había escuelas se aprendía a vivir viviendo, a cazar cazando, y a ejercer los oficios haciendo de aprendiz en los talleres en que esos mismos oficios se practicaban. Algunos otros consideran que lo importante se aprende hoy fuera de las aulas; pero en general se estima que ya no se puede vivir ni entender el mundo sin pasar por la escuela. La escuela, tal como está, tiene innumerables defectos; pero quienes no pasan por ella o fracasan en ella no potencian, precisamente, sus oportunidades en la vida. Y mucho tienen que ver en ello los profesionales éticos, pues sin ellos, los profesionales políticos ya hubiesen realizado de la escuela, lo que los eternos enemigos del progreso, luz y avance han deseado: ¡Destruirla! lo que no debe de ser, ¿O sí? –Continuará- ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com