ENCOMIAR

Marco Antonio Figueroa Quinto


"Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario." Elbert Green Hubbard


En este espacio celebro lo que puedo considerar un encuentro de encomio a hombres y mujeres que desinteresadamente coadyuvan con autoridades y gobernantes por el beneficio de nuestra sociedad, como un reconocimiento a trayectoria llena servicio, lo que dignifica la dignidad del ser humano. Así puedo manifestar –primero las damas- que existen muchas féminas, que sin necesidad de estar incrustadas en la nómina oficial de cualquier nivel, otorgan tiempo, dinero y esfuerzo en mejorar las condiciones de aquellos que se debaten en la miseria extrema o que necesitan de una mano amiga para mejorar su situación angustiante, o sus lamentos de dolor, porque digno es aclarar: Es fácil hacer labor social con el dinero de todos (que teniendo la obligación de hacerlo no lo efectúan como debe de ser, desviándolo hacia amigos, protegidos o incondicionales), pero estos casos son especiales, me refiero –aunque estas se molesten con el que esto escribe- a Gloria Fernández de Lara, Sarita Carrascosa de Olvera, Doris Viveros Rodríguez , Blanca Luz Amezcua, Olga Libertad Figueroa García, Irma Camacho de Arroyo, Thais Evelia Rebolledo de Arrés, Ma. Teresa Soto Fernández, Rosa María Villegas Martínez, Ernestina Quijano, Ruth Simpson Morando, Guillermina Barba Fuentes, Tina Mayo de Carreto, Suria Álvarez Beaumont y Virginia Durán Campollo. Así mismo entre compañeros del sexo masculino Avelino Reyes Pech, Julio Pazos Onofre, Lizardo Enríquez Luna, Miguel Arroyo del Ángel, Noé Pérez Hernández, Marcelo Ramírez Ramírez, Octavio Ruiz Martínez, Francisco Rangel Sagahon y Ernesto Rizzo Murrieta entre otros, los que callada pero vigorosamente realizan ejemplar actividad. ¿Por qué he considerado que ellos son dignos de encomio? En principio debemos de tener claro el concepto que se refiere para encontrar su significado y esto es, alabanza o elogio encarecido, exposición que atiende sólo a las excelencias. Podemos referirnos a personas, cosas (ideas abstractas), épocas, lugares, animales, etc. Con el encomio pretendemos ensalzar, encumbrar a alguien o a algo, aludiendo a los hechos más memorables, que debemos señalar como el natural resultado de su mente clara, fortaleza de ánimo o prudencia; de su magnífico desarrollo corporal (belleza, velocidad, o vigor); de su fortuna (la posición, la energía, la abundancia, buenos amigos), los que me han motivado a emularlos. Podemos realizar una comparación con otra persona importante para engrandecer la alabanza. Y concluir con un epílogo que incluya una llamada a los lectores para que sigan el ejemplo de esta persona. La poeta Ana Maria Rabatté en sus principales poemas nos muestra la forma de encomiar, así que los invito a leer, “En vida Hermano” “Si yo cambiara” “Continúa” “Es ahora” “Gracias amigo”, pero nuestra intención clara es llevarlos a conocer lo que estudiosos conocen como Encomio a Tucídides, que literalmente se lee así: Justo es honrar a los inventores de las cosas útiles, porque procuraron bienes bellísimos, y la sabiduría que de ellos emanó volverla a aplicar apropiadamente a quienes la manifestaron. Sin duda, yo alabaré a Tucídides prefiriendo honrarle con su propia historia. Así pues, es hermoso que sean honrados todos los bienhechores, pero Tucídides más que los demás en la medida en que inventó la más hermosa de todas las cosas, pues ni es dado conseguir algo mejor que la historia entre las cosas existentes, ni es posible encontrar a alguien más docto que Tucídides en lo que a la historia se refiere. Tras nacer de tales antepasados se educa en la constitución y en las leyes, que se han manifestado mejores que las demás formas de gobierno, y habiendo comprendido que vivía a un tiempo para las armas y para las letras, decidió dedicarse al estudio y ser general, sin privar a su historia de los hechos bélicos y sin despojar, a su vez, a los combates de reflexión. Y, así, unifica el ejercicio de disciplinas que no corresponden a un único arte, reuniendo en uno aspectos que por naturaleza están separados. Cuando llegó a hombre, buscaba el momento oportuno para la demostración de aquello en lo que apropiadamente se ejercitó antes. Y pronto la fortuna proporcionó la guerra, y de las hazañas realizadas por todos los griegos hizo él su arte propia, y ha llegado a ser guardián de los hechos que la guerra ocasionó, pues no permitió que el tiempo ocultase las acciones que cada bando realizaba. Por tanto, ¿quién comparará a Heródoto con él? Sin duda, aquél narra por placer, mientras que éste lo cuenta todo por la verdad en sí. Por consiguiente, en la medida en que el narrar por placer es inferior al narrar por la verdad en sí, en esa medida Heródoto carece de las cualidades de Tucídides. Otros muchos elogios sería posible exponer acerca de Tucídides, si el gran número de sus alabanzas no impidiera decirlas todas, por ello ofrezco estas líneas a estas personas como sencillo homenaje de alguien que les admira y respeta. ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com