COTIDIANEIDAD EN UNA DENTOLÓGICA SOCIAL


Marco Antonio Figueroa Quinto



"No malgastes el tiempo, pues de esa materia
está formada la vida." Benjamín Franklin.




Los habitantes de las distintos pueblos asentados sobre la faz de la tierra se rigen bajo preceptos de diversa índole; principios y reglas encuadrados en la costumbre y moralidad, lo que distingue a un pueblo de otro, inclusive dentro de una misma nación encontramos diversidad de hábitos, conductas y formas de actuar peculiares, las que por su complejidad, herencia o medio es difícil de asimilar, entender, digerir e imitar, creándonos sensación que oscilan entre la admiración y el rechazo, pero están encuadradas en usos y costumbres, que muchas veces, incorporadas a la ley siguen siendo rechazadas por la mayoría.

Actualmente vivimos en un régimen de derecho, en donde hemos aprendido a respetar la libertad que cada individuo garantizada en nuestra Carta Magna, la que es respaldada por la Declaración de los Derechos universales del hombre, donde se tienen oportunidades y privilegios como el derecho a la vida, a la información, petición, a expresar ideas, igualdad de genero y muchas otras, que permiten sana convivencia, la que son violentadas por innumerables razones, la mayoría de las veces por la perversidad de unos cuantos, los que no desean tener obligaciones –pero si garantías-, en otras ocasiones por la vigorosa defensa de otros, que cansados de injusticias y abusos de los primeros, se levantan con fuerzas a defender lo que legalmente les pertenece (cualquier parecido con lo que esta pasando con la problemática postelectoral a nivel nacional, es la confirmación de lo que aquí asentamos).
Retomar aspectos que Descartes ofrecía a sus discípulos sobre el tema y aplicarlos a nuestra sociedad es coincidental, explicaba que “la ética es contemplada desde las grandes leyendas del ser humano suspendida del mito de Narciso, es decir, por el narcisismo y el subjetivismo. Por el narcisismo, vemos a un ser humano egoísta, centrado en sí mismo, en su personalidad y en su cuerpo, con un individualismo atroz, desprovisto de valores morales y sociales, sin capacidad para expresar y liberar sus pesares, y además desinteresado por cualquier cuestión trascendente”. El narcisista cree cada día de su vida que es el Rey del mundo. Por el subjetivismo, “notamos la caída en un perspectivismo que diluye cualquier solidez y en el que nada es válido salvo esas cuatro notas apuntadas: hedonismo, consumismo, permisividad, y relativismo”. En nuestra sociedad mexicana percibimos que todo se trivializa, propugnamos la ley del mínimo esfuerzo y de la máxima comodidad. La sociedad actual está enamorada, por tanto, de lo trivial, superficial y neurótico. El itinerario ha sido gradual: hemos pasado del pensamiento sólido a un nihilismo descomunal. El hombre así se va escorando hacia una progresiva debilidad, indigencia, deseos caprichosos, exageración del ideal materialista, y esclavitud por la ambición, el hedonismo y lo exterior.Estamos ante una sociedad que tiende a la masificación en cualquiera de sus ámbitos: Acumulación de individuos donde sólo los singulares son capaces de ser personas. Despersonalización alienante: un hombre sin la fuerza que dan los ideales, obsesionado y dirigido por los medios de comunicación, las modas, lo superficial, "el que dirán", el puritanismo, los prejuicios condicionantes, todos ellos, que conforman el mexicano de hoy. Y son condicionantes porque el ser humano no sabe SER sin ser egoísta, ha involucionado. Igualitarismo en decadencia. Carencia de un proyecto de vida: lo que importa es tener, comprar más y consumir febrilmente. El ser humano narcisista es un virus que se reproduce sin medida arrasando y destruyendo los recursos naturales de nuestro entorno, ensuciando y quemando bosques, contaminando la atmósfera, las aguas y la comida, destruyendo, matando, robando y manipulando a sus semejantes, actitudes que son aplaudidas por los influenciados por esas corrientes y repudiados por los amantes del ambiente, la vida y los valores. Por ello en las recientes elecciones federales se palpó la polarización del país, entre los norteños y sureños, pareciese ser que somos distintas nacionalidades, lo que no es, pero la influencia del vecino país del norte nos pone en evidencia. A ello proponemos que nunca es tarde para buscar un país mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos vergüenza, nacionalismo, coraje y esperanza, actitud a la que nadie debe renunciar, poniendo todos nuestros mejor empeños, recordando sabia sentencia que nos legó el inmortal Mahatma Gandhi, que expresaba “Una sola piedra puede desmoronar un edificio”, lo que seguramente ningún mexicano desea. Contrariamente a lo planeados por los estrategas del norte, que no conformes con habernos arrebatado mas de la mitad de nuestro territorio, ambicionan más, claro que sin sus pobladores, los que sin duda se frotan las manos para que surga nuevo enfrentamiento entre connacionales, el que seguramente será bien aprovechados por ellos, lo que no se debe permitir. A pesar de lo que se diga, México es una sociedad triste, sin ilusión, distraída por cuestiones insustanciales en la que son necesarios mucha fuerza, tesón e ideas claras para salir de ahí. Pero no es fácil. La cotidianeidad invita a seguir en ese camino. Se puede decir, llegados a este punto de nuestro recorrido, que el mexicano promedio es sumamente vulnerable. Al principio tiene un cierto atractivo, es chispeante y divertido, pero después ofrece su auténtica imagen; es decir, un ser vacío, hedonista, materialista, sin ideales, evasivo y contradictorio, el que seguramente variara en un futuro cercano, ya que los espíritus grandes así como tienen yerros grandes, tienen la sabiduría de alcanzar los mayores aciertos, sino al tiempo ¡México nunca más estará postrado! ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com