¿Sería un sueño?

FABRICANDO AL MAESTRO PERFECTO

Marco Antonio Figueroa Quinto

“No hay árbol que el viento no haya sacudido.” Proverbio hindú


Al regreso de un curso de actualización y estar comentando con un grupo de profesionales de la educación sobre el perfil del docente perfecto, indiscutiblemente que hubo muchas coincidencias, pero a la vez tremendas divergencias, cada uno habló de su paradigma de acuerdo a sus posibilidades, alcances y limitaciones, lo que me llevó a reflexiones más profundas y ver que de la actuación de los docentes se genera todo cuanto puede acontecer en nuestro entorno ¡De eso, no hay duda! Si bien me he quejado últimamente de la actuación de muchos médicos sinvergüenzas y convenencieros, la población en general se queja de la prepotencia de muchos funcionarios públicos y la mayoría de la actuación de todos los profesionales, incluyéndonos a los docentes ¡No faltaba más!. Lo anterior sin duda se debe a la falta de entrega de cada uno de los que nos dedicamos a la docencia, al promover a niños y jóvenes sin el sustento suficiente de una educación integral; lo que nos debe impulsar a ser mejores y profesar esta digna profesión con mayor dedicación y entrega, para que nuestros productos no adolezcan de esas fallas de las que estoy cuestionando. Esa noche no podía conciliar el sueño, pero al dormir me vi de repente en un extraño laboratorio, reunidos los grandes maestros de todos los tiempos, encabezados por: Jesús, Antón S. Makarenko, Sócrates, Platón, Aristóteles, Freinet, Pestalozzi, Herbart, Rafael Ramírez, Justo Sierra, Gabino Barreda, Enrique C. Rebsamen, Luis Hidalgo Monroy, Manuel C. Tello, Ángel J. Hermida Ruiz y llegando Raúl Contreras Ferto entre otros muchos conocidos, y que pude distinguirlos claramente entre todos –lo extraño, es que de muchos ni remotamente sus rasgos me eran familiares-, y tenían como misión el fabricar al maestro perfecto, cuestión en la que cada uno puso lo mejor de cada cual. Observaba cuando se refirieron al aspecto interpersonal, concluyendo que el buen profesor debe tener vocación de maestro, ayudando a sus estudiantes a crecer personal y profesionalmente, debiendo ser una persona mental y profesionalmente madura, cálida, honesta, abierta; respetuoso de sus estudiantes, interesado por ellos y que disfrute de la interrelación profesor-estudiante. Sirviendo de modelo a sus estudiantes en cuanto a su comportamiento como profesor, como profesionista y como ciudadano. Debe ser fuerte, comentó Hipócrates. También, debe ser dulce, comentó Galeno. Debe tener firmeza y mansedumbre y tiene que saber dar buenos consejos asentó Plutarco. Debe ser justo en momento decisivo; alegre y comprensivo en los momentos tiernos. ¿Cómo es posible --interrogó Pitágoras-- poner tal cantidad de cosas en un solo cuerpo? Es fácil", contestó Montessori -Sólo tenemos que crear un hombre con la fuerza del acero y que tenga corazón de caramelo, comentario que hizo surgir una sonrisa a los presentes. Después se dio paso a la intervención inicial de Paulo Freire -reforzada por todos los demás- en delinear el aspecto profesional, aquí incluyó buena dosis en el dominio de su área, manteniéndose siempre actualizado, con la conciencia de la responsabilidad de su profesión: una ética y vergüenza profesional a toda prueba. Lo que lo hara merecedor de respeto por la capacidad profesional que muestra tanto dentro como fuera del aula. En cuanto a la docencia Patricio Redondo y José Vasconcelos iniciaron la ronda expresando, que éste deberá ayudar significativamente a sus estudiantes a alcanzar los objetivos del curso. Preparar bien su clase y hacer de ella una actividad estimulante y productiva. Lograr que los estudiantes se interesen por la materia empleando eficientemente estrategias de enseñanza-aprendizaje apropiadas a los objetivos del curso. Evaluando a tiempo, con justicia y de acuerdo a los objetivos y contenidos del curso, estimulando el mejoramiento del aprendizaje. En cuanto a responsabilidad todos querían participar pero le correspondió a Juan Jacobo Rousseau, quien externó que se deberá cumplir con las normas mínimas de puntualidad, impartición de docencia, administración de exámenes, asignación y entrega de calificaciones. Así en cuanto a sus aportaciones fuera del aula se les adelantó una maestra, la Madre Teresa de Calcuta, haciendo pertinente aclaración, donde se debe prestar tiempo y talento a la creación de nuevos conocimientos, al desarrollo cultural y a la adaptación de tecnología en cada uno de sus encomendados. Contribuyendo con el crecimiento y mejoramiento del entorno en que se ubique su escuela y de la comunidad en general, aún así descuide sus horas de solaz, pues si es un auténtico maestro esta actividad le proporcionará tal satisfacción. Todos rieron ante la ocurrencia y se escuchó una voz: Era el Gran Arquitecto del Universo que externó: Veo que al fin comienzan, comentó sonriendo. No es fácil la tarea, es cierto, pero no es imposible si ponen interés y amor en ello. Y tomando en sus manos un puñado de tierra, comenzó a darle forma. -"¿Tierra? --preguntó sorprendido Jean Piaget-- ¡Pensé que lo fabricaríamos de jade, oro, marfil o piedras preciosas! Este material es necesario para que sea humilde --le contestó el Gran Maestro- Y extendiendo su mano sacó diamantes de las estrellas y lo añadió a la masa. Esto es para que en las pruebas brille y se mantenga firme. Agregó a todo aquello, amor, tolerancia y sabiduría. Le dio forma, le sopló de su aliento y cobró vida, pero faltaba algo, pues en su pecho le quedaba un hueco. ¿Y qué pondrás ahí?" --preguntó Pavlov. Y abriendo su propio pecho, y ante los ojos asombrados de aquellos ilustres docentes, sacó su corazón, y le arrancó un pedazo, y lo puso en el centro de aquel hueco. Dos lágrimas salieron de sus ojos mientras volvía a su lugar su corazón ensangrentado. ¿Por qué has hecho tal cosa?" --le interrogó Skinner y aún sangrando, le contestó el Maestro: -"Esto hará que me busque en momentos de angustia, que sea justo y recto, que perdone y corrija con paciencia, y sobre todo, que esté dispuesto aún al sacrificio por los suyos y que dirija a sus alumnos con su ejemplo, por que al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su tarea de docente forjador de nuevas generaciones allá en la tierra, regresará hasta mí. Y satisfecho por su buena labor, yo le daré un lugar aquí en mi reino. Una extraña emoción se apoderó de mí y trate de aplaudir a todos ellos, pero un movimiento de mi apreciable esposa me despertó -¿Qué te pasa, tienes una pesadilla? Sobresaltado le contesté que no se preocupara que había tenido un agradable sueño y me dije ¡Claro que si se puede! ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com