PROMETEDOR FUTURO DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Marco Antonio Figueroa Quinto

“Con afecto y respeto para tres grandes del periodismo veracruzano: Filemón Arcos Ortiz, Ernesto Rizzo Murrieta y José Valencia Sánchez”



Este sábado siete del presente en que los mexicanos festejamos el día de la libertad de expresión, vemos como el futuro de la libertad de expresión en todos los ámbitos es prometedor, actualmente con los grandes avances tecnológicos muchos de los jóvenes y otros no tan jóvenes podemos distinguir entre la veracidad de un medio y el compromiso que grandes consorcios y empresas tienen con los depositarios del poder y los dueños de la riqueza del país, lo que hace que circulaciones de periódicos y revistas dignas, auténticas impregnadas de una ética a toda prueba vayan en ascenso, y sean ya buscadas por el grueso del público que todavía se da tiempo para leer, desechando lo mismo de siempre que lleno de superficialidad e información no confiable, ven bajar sus antes estratosféricas ventas y presencia entre la familia mexicana, Así se reduce cada vez más el poder que tienen los gobiernos de controlar la información y las fuentes de información son cada vez más diversas. Esa es la realidad de nuestra situación referente a la tan traída y llevada libertad de expresión, la que muchos usan para exaltar “verdades” solo creíbles en sus disparatadas mentes, todo debido al color y olor del billete, del que dicen que no da la felicidad, pero si ayuda a su logro. ¡Cretinos! Pero veamos en realidad -fuera de los festejos que dignas organizaciones realizan para conmemorar tales acontecimientos-, que se puede decir de nuestra referida libertad de expresión: Se dice que desde el año dos mil a la fecha han sido asesinados en este país 23 periodistas; Los periodistas que siempre son molestados, son los únicos que manejan la verdad. Aunque no se esta al mismo nivel que en años anteriores del partido único en el poder, en nuestro país todavía es peligroso exponer a la gente con poder, pero los que así lo hacen, independientemente de ser la gente del cambio, son los auténticos paladines de esta digna actividad y no aquellos que viven a expensas del poder en calidad de gacetilleros y cortesanos incondicionales. El problema principal en este país es la impunidad, porque cuando no se castigan estos hechos se da pie a que cualquiera pueda hacer este tipo de agresiones y puedan seguir vulnerando la libertad de expresión en México, lo que parece que a pocos importa, pues la mayoría de los empresarios periodísticos le interesan más las dádivas gubernamentales que el trabajo de sus colaboradores, los que muchas veces son blanco de intrigas, persecuciones, cohechos y difamaciones, sin que nadie meta las manos por él, inclusive ni aquellos a los que hace incrementar su membrecía y circulación. ¡Así de grave es este asunto! La libertad de expresar el pensamiento individual es sin lugar a dudas un fenómeno consustancial al ser, a la existencia, a entender al hombre como tal ya sea particular o colectivamente. Entender esta necesidad de libertad es lo que obliga a colocarla dentro del Derecho, en busca de garantizar su permanencia. Al hablar de necesidad inherente al ser humano, se ubica a este concepto dentro del derecho natural, y de ahí la universalidad que conlleva su sentido, en tanto que todos los pueblos de una u otra manera refieren a través de su historia esta necesidad y principio normativo. Pero analizando el desarrollo de los gobiernos, vemos una tendencia a que el derecho de expresión se ubicó como una garantía individual, sin reglamentación positiva, como es el caso México, carente de sujeción a las condiciones indispensables para, como ya se mencionó, que se pueda hablar de "garantizar su permanencia" y vertebrarlo. Sopesado el capítulo de antecedentes históricos, sólo entonces podemos atrevernos a decir que: en el fenómeno de democracia en todo el mundo, la gracia entendida como derecho natural ha logrado su reconocimiento. En casi todo el mundo la libertad de expresión ha pasado de ser una concesión graciosa del gobernante y una reivindicación natural, a una garantía jurídica de los gobernados sancionados por la ley fundamental que entraña, en el fondo, la conservación del orden social. No en balde Maquiavelo ha apuntado que: "Nada contribuye más a la estabilidad y firmeza de una república como organizarla de suerte que las opiniones que agitan los ánimos tengan vías legales de manifestación". Es preciso señalar, con motivo de este análisis que la Constitución Política de nuestro país, establece entre las disposiciones legales más importantes que rigen la libertad de expresión y la libertad de imprenta en nuestro país, los Artículos 6° y 7° de la Constitución General de República, la Ley de imprenta, y el Art. 1916 bis del Código Civil para el Distrito Federal. De reciente añadidura es la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública. Es importante resaltar que, si bien es cierto que los artículos constitucionales contienen un catálogo de garantías sobre manifestación de ideas, derecho a la información, libertad de prensa, censura previa y delitos de prensa. nuestra realidad es otra: a la fecha la legislación sobre el derecho a la información está en proceso de asentarse, luego de años de costumbre de manejo discrecional de la misma, con la consecuencia reticencia a liberar información oficial, especialmente argumentando que es clasificada, por lo que, mientras dicha ley sea sólo un enunciado y existan “candados”, estaremos ante la indeterminación jurídica. Nuestra Ley de Imprenta, promulgada el 9 de abril de 1917 es la única legislación específica sobre la libertad de imprenta y de prensa. Es muy interesante revisar su vigencia y contenido en el Derecho mexicano. Los mencionados Artículos 6° y 7° de la Constitución General de la República a la letra dicen: Art. 6° “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso moral, los derechos de tercero, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado”. Art. 7° “Es inolvidable de la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna Ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta que no tiene más limites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. En ningún caso podrá secuestrarse la imprenta como instrumento del delito. Las leyes orgánicas dictarán cuantas disposiciones sean necesarias para evitar que, so pretexto de las denuncias por delitos de prensa, sean encarcelados los expendedores, operarios y demás empleados del establecimiento de donde haya salido el escrito denunciado, a menos que se demuestre previamente la responsabilidad de aquellos” Como se ve la letra es precisa, solo falta que algunas autoridades y uno que otro “periodista” estén a la altura de estas. ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com