CALUMNIADORES ¡UF, QUE GENTE!

Marco Antonio Figueroa Quinto



¿Quién ha tenido la desgracia de toparse con personas que se dedican a calumniar a los demás?¡Creo que todos! ya que los especialistas en rumores y chismes abundan en nuestras sociedades actuales, pululan en cualquier medio individuos que no les lleva mucho tiempo esparcir, infundios, cizaña o mentiras de sus semejantes, los que una vez hecho, nunca podrán deshacerlos totalmente, ya que el daño realizado es irreversible, lo que difícilmente entenderán dichos sujetos, pues su alma y corazón están invadidos por lo regular de odio enfermizo hacia los demás, envidia por el triunfo o celos por la tranquilidad de otros y maldad, ya que al sentirse opacado, superado o simplemente su mente asocie a cualquier individuo con su frustración o complejo, ese será el blanco de sus calumnias. No es nuestro deseo profundizar en teorías psicológicas, de la incertidumbre o percepciones del subconsciente, sino de la coloquial calumnia y vituperio como signo de bajeza y maldad, escudo de los espíritus inferiores, corazones llenos de amargura y mentes invadidas por el desequilibrio y locura, que muchas veces es utilizada en cualquier ámbito de la convivencia humana y donde más se puede visualizar es en política, educación o el comercio, dado por seres ruines y rastreros, los que tratan de quedar bien con los dueños del dinero o de las decisiones gubernamentales, pero principalmente buscan satisfacer sus malignos deseos de hacer daño.


Sabemos que muy pocos seguimos las sabias enseñanzas de grandes hombres que con sus acciones han trascendido a través del tiempo y el espacio; tan es así que siempre deberá estar en la mente de todos las siguientes sabias palabras de Sócrates, en relación a los tres filtros sobre rumores o detalles respecto a una persona, sean estas de índole privada o pública, el de la verdad, la bondad y utilidad, si las cuestiones no son ciertas, buenas ni útiles ¿para que contarlas? Irónico, pero muy pocos acatamos tales enseñanzas, al contrario muchos agregan a la duda; certeza, la que surge de entrañas de maldad y dolo. Por ello la mentira figuró entre los pecados mortales por alguna razón, y más todavía, por existir desde lo remoto una tendencia hacia ella. No se miente por filantropía sino por egoísmo y ese egoísmo nos lleva a deformar el mundo, a hacer menos accesible la verdad a quien la busca y a crear, y, por lo tanto, a cercenar la libertad al grito de ¡Libertad!, normalmente para quitar independencia al ciudadano y para ganar poder y dinero.


La mentira será mayor o menor según su extensión: siempre será mentira, pero si llega a muchos más destinatarios será mayor y más peligrosa. Del mismo modo que cada mentira da lugar a otras, convirtiéndose en el soporte de una cadena de falsedades que crece sin descanso. Por ello se comparte esta anécdota, que refleja la problemática de la mentira y lo inútil de los remedios hacia estas malas acciones, veamos entonces lo siguiente: “Un hombre empezó a esparcir rumores sobre uno de sus vecinos. En pocos días, todo el vecindario conocía los chismes, que no tardaron en llegar a oídos de la persona involucrada. Por supuesto ella se ofendió mucho y quedó muy dolida. Con el tiempo, la persona que empezó a esparcir los rumores descubrió que lo que ella había dicho era completamente falso. Buscando resarcirse de su error, fue a ver a un sabio para preguntarle qué podía hacer para reparar el mal que había hecho. El sabio respondió: Ve al mercado, compra una gallina y mátala. En el camino hacia tu casa, quítale todas las plumas y tíralas, una por una, a lo largo del camino. Bastante sorprendido por el consejo, pero sin ánimo de contrariar, hizo lo que el sabio le había pedido. Y al día siguiente volvió a ver al sabio y le preguntó ¿Qué hago ahora? El sabio le pidió que hiciera lo siguiente: Ahora regresa por el camino que tomaste al ir del mercado a tu casa y junta todas las plumas que tiraste ayer para traérmelas a mí. Siguiendo las recomendaciones, la persona tomó el mismo camino, pero quedó tremendamente decepcionada ya que se dio cuenta que el viento había volado todas las plumas, llevándolas quién sabe dónde. Apenas consiguió recuperar 3 plumas, y eso después de muchas horas de búsqueda. Cuando regresó para ver al sabio para contarle su fracaso, él le dijo: Ya ves como es sencillo tirar las plumas por el camino y casi imposible recuperarlas”.
La anterior enseñanza debe servir para enmendar no solo conductas deleznables, sino problemas psicológicos que nos acompañan casi desde el nacimiento. El calumniador por maldad no tiene perdón, pero si compostura (la que nunca tendrá), en cambio al embustero por enfermedad todo se le perdona, total ya no tiene remedio. En fín seguiremos viviendo en este mundo de mentiras y conveniencias, lo que hace que la verdad palidezca ante tanta falsedad y calumnia. Quizá en el momento que hagamos oidos sordoa a la calumnia, vituperio y mentira todo cambiará, sino cuando menos disminuirán los mentirosos y calumniadores. ¿Será? ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com