HEMOS CAIDO AL ÚLTIMO LUGAR EN RENDIMIENTO ESCOLAR, SEGÚN ENLACE ¿Y AHORA?

Por Marco Antonio Figueroa Quinto



"El horizonte es negro, la tempestad amenaza; trabajemos. Este es el único remedio para el mal del siglo." Andre Maurois



Es difícil reconocer los resultados desfavorables que se nos presentan en la vida, y mucho más doloroso de aceptar cuando estos se refieren al trabajo profesional en la docencia, donde se involucra a jóvenes que sólo por la educación podrán salir de la crítica situación por la que han vivido su corta existencia, donde su compañera permanente es la pobreza extrema, lo que va acompañada de hambre, violencia, desamor, amenazas y enfermedades; en sí, una serie de carencias que nunca han sido solucionadas. Pese a lo anterior, estos púberes deben de asistir a la escuela, cumplir con los preceptos que marca nuestra Constitución a través del Artículo Tercero, y mostrar un desempeño óptimo, sino serán señalados por las pruebas estandarizadas de la Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), ya que es una prueba del Sistema Educativo Nacional que se aplica a planteles públicos y privados del País. Se menciona que dichas evaluaciones públicas deben transparentarse porque es necesario encontrar soluciones colectivas, además de someternos, por supuesto, a escrutinio público, se ponen en si reflectores a los resultados, ya que es este –según las ¿autoridades educativas?- el único modo de avanzar y crear un contexto de exigencia, reiterando que “es un instrumento perfectible pero valioso que permite conocer que tan eficaces estamos siendo en nuestras tareas, que tanto nuestros niños y jóvenes dominan los conocimientos y habilidades contenidos en los planes y programas de estudio que tenemos, que tanto contribuyen los materiales didácticos con que contamos, a este logro educativo”. En lo particular me refiero a los resultados de la prueba de Enlace aplicada en el período escolar anterior, cuyos resultados para nuestra escuela telesecundaria fueron desastrosos; somos los últimos de la zona 50 del sector trece de este subsistema, el quinceavo lugar de quince escuelas, con un rendimiento cercano a los estándares más bajos del país. Sin duda que estos resultados son producto de las circunstancias, las que no siempre reflejan el esfuerzo, empeño y dedicación que el universo de esta institución efectúa anualmente, sino veamos lo siguiente. Para entrar en materia sobre lo anterior deseo hacer una semblanza sobre los adolescentes que acuden a esta institución, es cierto que en las grandes metrópolis los alumnos que se inscriben en las telesecundarias por lo regular son aquellos que por muchas circunstancias no pudieron inscribirse en escuelas sean secundarias técnicas o generales oficiales o particulares; las que tienen y tendrán mejor ubicación, equipamiento y “prestigio”, por lo cual los padres de familia optan por hacer sacrificios e inscribirlos en estas, lo que no logran tal objetivo recurren al servicio del subsistema de telesecundarias, pero los rechazados de las telesecundarias matutinas, principalmente por tener bajos índices de conocimientos efectuados en pruebas de exploración o diagnóstico, son canalizados a las telesecundarias vespertinas, incluyendo en este universo, niños atípicos, de lento aprendizaje y con problemas físicos que limitan e impiden un óptimo aprendizaje, sin contar con la tremenda carga de vivir su pobreza, la que le suman problemas psicológicos muy difíciles de resolver (en el caso particular de la vespertina aludida, motivo de esta reflexión, hemos detectado que nuestros alumnos vienen de veintinueve diferentes colonias marginadas ubicadas en los cinturones de miseria en esta ciudad capital). Lo anterior es la diferencia que existe entre las telesecundarias matutinas y vespertinas, la diferencia con las telesecundarias rurales, en donde hemos estado y fundado algunas de ellas que ahora existen, es diferente; cuando las familias de la zona rural no tienen para comer es cuando mejor comen; matan el pollito, el guajolote o inclusive el marranito, pero aquí, en las zonas de pobreza de las grandes ciudades, cuando no hay de comer, no comen, hay una gran deshumanización y desinterés por los pobres en las nuevas sociedades, donde los apoyos y ayudas regularmente se proporcionan a incondicionales de los partidos en el poder, donde pervierten a padres de familia, que reproducen igual actitud para sus correligionarios, sumiéndolos en una pobreza sin igual, ya no solo material, sino moral, lo que dejaremos al margen; para no confundirnos en este breve ensayo. Para los docentes de cualquier institución educativa los padres son fundamentales para que el proceso enseñanza-aprendizaje sea sino lo óptimo que se desea, si lo aceptable de tan importante acción; y como optimistas que siempre seremos, sentimos que los padres son los encargados de proporcionarle al niño amor, protección, educación, bienestar, salud, etc. Pero –siempre hay ese pero- en el afán actual de buscar mejores condiciones económicas posibles o por el simple hecho de prestar más atención a diversos factores externos, los padres suelen descuidar cada uno de los aspectos mencionados al principio. Esto también transciende al ámbito educativo, ya que desde el momento que el niño comienza su formación básica, los padres pueden llegar a traspasar la responsabilidad de la formación académica exclusivamente a la institución educativa, lo que no debe de ser, pero sucede. Los problemas dentro del aula son múltiples y variados, pero muchos comienzan, cuando los padres pensando que el buen rendimiento académico de sus hijos dependerá única y exclusivamente de la escuela y los maestros; y de lo único en que se preocuparan será –en el mejor de los casos- porque al inicio de clases sus hijos tengan todo el material que se les solicite, cumplir con los trámites necesarios y de ahí en adelante es cuestión de la institución educativa que sus hijos puedan aprender de manera integral y alcancen su máximo desarrollo académico. Pero es, en ese instante cuando comienzan a presentarse los problemas con ellos, ya que desde ese momento sus calificaciones no serán las mejores, el púber será apático dentro del salón de clases, no tendrá la motivación necesaria para aprender y en algunas ocasiones habrá reprobación de por medio, y de acuerdo a estas reglas llegaremos a una conclusión que nos permita cotejar como influye en el bajo rendimiento escolar de los niños de nuestra institución, el hecho de que los padres presenten una actitud de indiferencia y desatención hacia la formación académica del joven, y muchas veces no los conocemos, pese a implementar casi una persecución para encontrarlos en sus casa, ya que es imposible que lleguen a la escuela. Como maestro tenemos la oportunidad de reconocer las causas de un bajo aprovechamiento en algunos alumnos, que estén relacionadas con este mismo proceso de falta de atención por parte de los padres de familia. Ante tal situación muchos nos preguntamos ¿Cuántos de estos padres o tutores emplean un rato para hojear los libros de texto de sus hijos?, ¿Cuántos se percatan de sus problemas particulares en el diario quehacer escolar y se preguntan cómo pueden ayudar a resolverlos? Las respuestas son negativas en el mayor de los casos, pues pocos padres atienden la escolaridad de sus hijos, y están a disposición de trabajar con ellos y están en contacto con los maestros, creando el mejor eslabón para el triunfo académico de sus hijos, es necesario recordar esto para no olvidar su importancia. Entendemos que en la actualidad, con padres ocupados en resolver las necesidades primarias y niños que no cuentan con la atención que requieren de sus padres se descuida el rendimiento escolar; una verdad que no contempla ENLACE, pero tenemos la certeza que algo harán las autoridades para apoyar tales carencias. Los hogares que carecen de una motivación positiva hacia el estudio y una adecuada organización en el proceso de orientación al niño, crean estudiantes desorganizados o sin el interés por el estudio, pese a los múltiples esfuerzos que en el aula se realice (con lo que no pretendemos justificar el trabajo de algunos despistados y flojos que han enquistado en la docencia, para desgracia de muchos, de los que no hablaremos por el momento). Para satisfacer las necesidades educativas de nuestros jóvenes se requiere de atención por parte de padres ocupados o descuidados, los que siguen creyendo erróneamente que con medio atender sus necesidades primarias, han cumplido ¡hoy sabemos que eso no es suficiente! que vale la pena un esfuerzo mayor, para que un joven cuente con la atención de sus padres y la motivación de estos ampliaran sus posibilidades de tener un rendimiento e interés mayor en la escuela, lo que se palpa en otras, donde los padres disponen de tiempo para atender al llamado de directivos y docentes para interésalos en esta dinámica. Dentro de la escuela telesecundaria, el docente necesita trabajar junto con los padres para que el alumno tenga una formación con bases más sólidas que le permitan las actitudes y aptitudes que refuercen su interés en los estudios, ahí radica la importancia de que los padres enfoquen su atención al aprendizaje de sus hijos, y dejen de descargar en la escuela su propia responsabilidad, ya que esta nunca podrá reemplazar a los padres, ni pretender educar integralmente a los alumnos sin la cooperación de padres o de los mismos maestros. Tal hipótesis podemos comprobarla, ya que basándonos en el marco teórico fue posible sustentar que en que en el momento en que los padres descuidan y desatienden lo referente al ámbito educativo de sus hijos; debido a múltiples circunstancias como: falta de interés, horarios de trabajo, problemas familiares y un sin fin de problemáticas, los hijos suelen reflejar esa inatención que sienten y es muy común que ocurra dentro de la escuela, en donde pueden perder el interés y deseo de asistir a clases, afectando directamente su rendimiento y calificaciones. Sobre lo anterior hemos analizado, que cuando se les aplica la prueba estandarizada de ENLACE, explicando la importancia de esta con el protocolo de invitar a los padres a que sean parte de tan importante evaluación, la rechazan, quizá como una manifestación interna de inconformidad con la situación en que viven. Esto que afirmo, lo puedo sostener al aplicar baterías a nuestra población estudiantil, la que se puede ver afectada por esta problemática; por ello al recaudar información de vital trascendencia para la aceptación de la hipótesis fijada previamente, nos permite analizar los diversos indicadores de este estudio. Para interpretar los resultados de cualquier prueba, sea estandarizada o no, es necesario advertir, que no se puede evaluar igual a los desiguales, pues ello nos dará indicadores falsos y erróneos. Solo quienes estamos frente a grupo y nos interesamos sobre las cuestiones reales de nuestros encomendados, sabemos el porcentaje donde es solo el padre quien trabaja fuera del hogar (cuando existe esta figura en la familia); por lo regular en las familias de nuestros alumnos la mayoría son liderados por madres trabajadoras punto que tal vez pareciera contradictorio, pero que no lo es, debido a otras respuestas, que nos deja en claro que a pesar de contar con la madre o ambos padres en el hogar, la gran mayoría de los estudiantes externan –lo que comprobamos al transcurso de los años lectivos- que en ocasiones los padres no tienen tiempo para ayudarlos. Un punto significativo para la investigación fue el hecho de que la un gran porcentaje de los púberes siguen expresando que si necesitan la atención y apoyo de sus padres. Esto indica que a pesar de que los jóvenes se sientan motivados y atendidos por sus padres, aun tendrán la necesidad de que lo sigan haciendo en otras cuestiones importantes de su existencia. Lo anterior lleva a comprobar el hecho de que un adolescente que no sienta la atención de sus padres respecto a las actividades escolares, disminuirá en su rendimiento escolar a tal grado, que ni las mejores técnicas, el mejor docente o las mejores enseñanzas podrá sustituir tal situación, aunado a las precarias condiciones que imperar en las escuelas telesecundarias, donde la constante son las carencias, no se podrá esperar sino resultados como el que hoy comparto. El trabajo de un profesor no se puede ver y valorar en su exacta dimensión, porque es netamente mental. En otras profesiones todo es diferente, el abogado se destaca por los juicios que gana o los clientes que libera, el arquitecto e ingeniero por lo que construyen, lo mismo una secretaria por los oficios que escribe, el obrero por su producción, el médico por el enfermo que cura o desahucia, el músico por las canciones que compone, el cartero por las distancias que recorre, el empresario por el crecimiento de su empresa en ventas, etc. Reconocemos que el trabajo de los docentes no se percibe entre los adultos, muchos nos ven como entretenedores de jóvenes para alcanzar su madurez, y la mayoría de los jóvenes por lo regular desconocen el valor que implica que su profesor les corrija, sólo se limitan a molestarse y a quejarse, prefieren no esforzarse mentalmente y que su mismo profesor o sus padres le resuelvan sus problemas (tareas), pero al no estar este último, rechazarán toda ayuda profesional, siendo blanco de otros adultos, que influirán negativamente en ellos. Pocas personas se darán cuenta si los docentes escuchamos a un alumno que se siente deprimido por sus constantes problemas en casa o en el barrio donde se desenvuelven y está en riesgo del suicidio, pero uno tendrá la enorme satisfacción de que por escuchar y dar un consejo seremos premiados no por un sincero “gracias por escucharme”, que sería lo idóneo, ni por la comprensión de sus padres, sino por la sensación de salvar una vida en desarrollo, que podría en el futuro ser trascendental para todos –eso no se sabe, pero potencialmente es una verdad- , lo que es bastante placentero e internamente satisfactorio. En situaciones dramáticas como estas, donde el rendimiento evaluado por ENLACE es bajo ¿Qué podemos esperar de las autoridades educativas? ¿Se dotará a nuestra institución de las herramientas mínimas necesarias para el pleno desarrollo de nuestra actividad? ¿Se implementarán acciones para resolver la problemática económica en nuestro universo escolar? Sé que cuestionamientos similares son difíciles de dar respuestas, pese a ello también como docentes es complicado formular sugerencias para que cambien aquellos estilos de crianza que provocan la problemática analizada, que nos ha permitido identificar hijos y alumnos que tienen un rendimiento escolar bajo, debido a la desatención de sus padres, a los que nunca dejaremos de buscar, para compartir muchas veces situaciones que van más allá de nuestra labor y responsabilidad educativa. Muchos dirían que sería importante desarrollar talleres para padres y profesores que les permitan ejemplificar claras situaciones de un bajo rendimiento escolar originado por desatención dentro del seno familiar, el que desde hace años se ha implementado en otras instituciones, donde he sido invitado como ponente en alguno de ellos, caso concreto, la escuela técnica donde el director era en ese momento el profesor Francisco Lozano Flores y el sub director Salvador Arreguín ubicada en la Col. El Sumidero de esta ciudad, donde iniciamos lo que se denominó “Escuela Para Padres” con un relativo éxito, ya que la mayoría de los padres de esta sección poblacional de Xalapa son empleados, con un sueldo seguro, los que pudieron disponer de tiempo en los espacios acordados, culminando el curso aceptablemente, lo que cotidianamente he implementado en nuestra institución escolar (telesecundaria “Carolino Anaya” clave 30DTV0580N, n donde he estado más de 23 años, 12 en el turno matutino y 11 en el vespertino) lo que fue un éxito a medias; ya que muchos de los padres dejaron de asistir –pese a la motivación empleada con ellos- por las necesidades en casa, ya que si no trabajan no tienen garantías salariales y eso repercute en toda su economía. Por ello una adecuada comunicación por parte de los profesores con las padres -tal vez parece un método anticuado y simple pero que funciona-, es haciéndoles ver, que el atraso de los alumnos; sus hijos, no se debe solamente a ellos, que todos somos responsables de una u otra manera en los errores o aciertos de los jóvenes, ello para que los padres se hagan conscientes de las consecuencias que acarrea al estudio de sus hijos, el descuido que ellos originan y el chico siente. Sin duda otro factor que influye en términos generales con los bajos estándares globales en estas pruebas, es lo que nos informa el mismo órgano internacional evaluador, no así (ENLACE), que es una sociedad civil, que solo le interesa ganar y ganar dinero, sin mejorar los protocolos y reactivos, confusos, desfasados y muchos de estos mal elaborados, pero eso si ¡Bien pagados! Excesivamente pagados afirmo yo. Por ello la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico afirmó que México es uno de los países cuyo costo por alumno en educación sigue siendo muy bajo. "Alcanza 2 mil 136 por alumno de educación secundaria contra un promedio de 8 mil 267 de la organización. En educación superior es de 6 mil 971 dólares, contra el promedio de 12 mil 907". Además, señalan, la mayoría de los recursos están dirigidos a pagar sueldos de maestros. Ante tal panorama me pregunto ¿Y ahora qué le espera a nuestra institución? ¿Se dotará a la escuela vespertina con todos los adelantos que requiere? ¿Se dotará de las ofrecidas computadoras a docentes y alumnos? ¿Por fin se utilizará la infraestructura que nos hicieron realizar, para que nunca fuese dotada de los beneficios de multimedia? ¿El gobierno apoyará la situación socioeconómica angustiante de las mayorías de padres de familia de estos jóvenes? O ¿todo quedará como hasta hoy? Pretendiendo informar como que se hace, para volver a no hacer nada, lo que no se vale ¿O sí? ¡Estamos! alodi_13@hotmail.com